El corazón es la Forma

Desprenderse del origen y del fin, ayuda a concentrarse en la parte central de este asunto.
Usted es un simple ejecutor, un actuante que no obedece órdenes del momento que no existe cabeza. Sus dos manos como extensiones sostienen la herramienta que se apoya sobre el objeto. Al presionar de forma suave, firme y sostenida, acciona el disparador que elabora el corte preciso liberando al objeto de su raíz y de su porvenir. A partir de ese instante, todo entra en una misma vibración; usted, la herramienta y el elemento. Si aparece alguna duda o zozobra, la acción podría verse afectada -incluso interrumpida- y por consiguiente derivar en una operación incompleta o un desvío involuntario. No hay moldes ni recetas. Toda su atención es ahora puramente física; su tronco sabe lo que tiene que hacer porque es la fuente principal de calor.
Los límites entre acontecer y hacer son fluidos.

Remolinos de fragantes vapores
Reunidos en sustantivos colectivos
Disipan a la desvelada amada
Que naufraga en amalgama.

Retener anhelos incumplidos
Del fango es pretérita atribución
Enfundado en pastelero atavío,
El atasco deriva en cósmica ignición.

Sin tardanza ni desenfreno
Avanza el derrame candelero
Liberado de explícita frontera
En fluido suntuoso navega.

Injusta suerte advierte
Quien con desánimo persiste
En atribuir a un pabilo desplomado
Un porvenir estancado.

Para atizar el fulgor apagado
Y enardecer la cuerda retorcida
Basta invocar un soplo ardiente
Que revierta la falsa caída.

Dedica su máximo empeño
El contorno en rearmarse
Mas el humo al disiparse
No aspira a volverse leño.

Enfundado talismán, apotropaico y espantador, te pido protejas y rechaces el mal. O el bien. Qué más da, el asunto es el desvío. Desmontar, separar la llave del disparador para que no funcione. Para que todo salga de maravillas. Que zo-zobre. Que aunque nos falte un dedo, venimos a este mundo con un pack de alternativas.
Si algo sobra es madurez, confirma el herrero que con su hacha de doble filo, extrae a la hija de la frente de su padre. La heredera salta de la cabeza del rey de los cielos completamente adulta y armada. Su carácter se ubica en el centro-exento de estrechos pensamientos.
¿Madurez es la última palabra? ¡Quién quisiera señalarnos ese extremo escalón y retar al mundo a vivir sin renovaciones y revoluciones!
Amar y morir con un armazón de acero y seda. Usar las propias garras del león para cortar su gruesa piel.
Al alcance de la mano y colgada en la pared, mi colección de armas, inútil y elegante. Mi propia inapropiada panoplia: el trabalenguas es la defensa. Cuanto más enrevesado mejor. Que nadie sepa ni cómo pronunciarlo.
Animal print, protección y amparo para evitar ser devorado.
Ofrezco a los dioses el peplo, el manto plegado que excede mi altura. Dos mitades unidas y en cada hombro un alfiler. No es tela no es telar, es el suave golpe del telón y "que permanezca envuelto lo que debe estarlo y que una gran parte ondee al viento*"  


* Roberto Calasso, Las bodas de Cadmio y Harmonía.